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Huertos y cultivos

Proyecto sanador

Más que un negocio es un proyecto familiar y un estilo de vida. Así lo ven Michelle de Rurange y Tomás Lasnibat, los creadores de Chile Huerta. Un emprendimiento mediante el cual enseñan a armar y mantener una huerta, pero sobre todo a conectarse con la naturaleza, a respetarla y aprender de ella.

Texto, Soledad Salgado S. Fotografías, Carla Pinilla G.

Michelle de Rurange se detiene a contemplar un colibrí que llega a su huerta. Escucha el constante zumbido de las abejas, respira profundo el aroma de las hierbas y flores que por estos días llenan el lugar. Revisa los tomates que plantó hace poco. Michelle se conecta con su huerta jardín con la alegría de quien sabe que, más que un trabajo, esto es verdaderamente su vida.

El cambio de vida implicó que José Tomás ahora es vegetariano y Michelle, vegana.

Fue hace 5 años cuando, de manera autodidacta y buscando un cambio de vida radical, decidió armar una huerta en su nueva casa, en un sitio más bien agreste en Chicureo, arriba de un cerro. “Estaba enferma de la tiroides y sabía que necesitaba sanarme. Además, llevaba una vida superestresada, fumaba una cajetilla diaria, y por cada cigarro venía una taza de café, dormía poco y me alimentaba mal”, cuenta. Su marido, el ingeniero civil José Tomás Lasnibat, fue el primero en motivarla a dejar su trabajo en una prestigiosa agencia de publicidad –antes incluso había trabajado en programas de televisión– para dedicarse por completo a armar un nuevo emprendimiento que nació de esta búsqueda personal de conexión con la naturaleza: lo llamaron Chile Huerta. “Michelle me abrió los ojos para visualizar lo que se podía hacer desde cero. De a poco nos fuimos sensibilizando con el tema de lo orgánico y sustentable, e incluso planificamos toda nuestra casa de forma ecológica”, cuenta Tomás. Paneles solares, chimenea con tótem de plantas que no contamina, composteras, reciclaje de aguas, frascos donde se guarda todo lo que compran a granel, etc., forman parte de su día a día.

«Hay que atreverse con la naturaleza, no tenerles miedo a las plantas», dice Michelle.

Así, quienes llegan a Chile Huerta, en su casa en Chicureo, no solo asisten a talleres donde aprenden a formar y cultivar sus propias huertas, ya sea en un jardín o en un departamento, sino que también se impregnan de la forma de vida de Michelle y Tomás. “Partí subiendo fotos a mi perfil de Facebook, mostrando lo que se podía hacer y la gente me empezó a preguntar, a pedir asesorías. Soy de la idea de que si yo pude, cualquiera puede. Hay que atreverse con la naturaleza, no tenerles miedo a las plantas. Yo me equivoqué mil veces y me sigo equivocando, pero así es la vida y eso es lo lindo”, dice Michelle.

Las hierbas aromáticas les ayudan a repeler las plagas y las flores atraen polinizadores.

Lo más importante para ellos es sembrar en las personas la convicción de eliminar los químicos de sus alimentos y vivir de manera amigable con el medio ambiente. Y es por eso que, además de las entretenidas conversaciones con los alumnos, en su página www.chilehuerta.cl están constantemente subiendo artículos producto de sus propias investigaciones sobre temas relacionados con la ecología, desde el uso de semillas orgánicas certificadas o de guardadores, hasta la importancia de las abejas y decenas de datos prácticos.

En el jardín también habilitaron agradables espacios de estar.

En su cuenta de Instagram, @chilehuerta, se puede seguir con más detalles el día a día de las siembras, cuidados y cosechas, y tener información de los talleres.

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