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Vuelos de una abeja inquieta

Georgina Gubbins escribió e ilustró "Diario de una reina", donde una Apis mellifera relata su vida cotidiana y la de su colmena. No es un libro infantil ni solo habla de abejas, porque cuenta su vida y sus procesos acompañados con curiosidades de historia y de ciencia. Es la primera publicación asociada al proyecto de Museo de la Abeja que prepara en Vichuquén.

Texto, Paula Donoso Barros. Fotografías, gentileza Georgina Gubbins.

El primer libro que escribió Georgina Gubbins habló de la matanza de Santa María. Alucinó escuchando la cantata, con Quilapayún a todo volumen mientras viajaba por el desierto, y la historia le llegó al alma. Entrevistó a ingleses en el norte, durmió en la salitrera Iris para escuchar sus ruidos, volcó toda su energía en el tema hasta convertirlo en Cartas del desierto. Luego publicó libros de tejido junto con una amiga, cuando le llegaron nietos. Después, Bestiario, con sus ilustraciones en blanco y negro, sobre animales en extinción. Ahora, Diario de una Reina, con la travesía completa de una abeja reina y su colmena, dibujado por ella y escrito en primera persona.

Georgina Gubbins se radicó en Chile en 1976. Tiene tres hijas y ocho nietos. “Este libro es para mi familia”.

Georgina está alerta al mundo que la rodea; sus acciones responden al entorno que le toca vivir. Suma intereses infinitos y en todos se aplica con la misma pasión.

A Chile llegó chiquitita, de solo 3 años, por el trabajo de su papá, aunque cinco años después siguieron viajando por el mundo. Cuando terminó la universidad en su Inglaterra natal –donde estudió Lenguas Modernas– le ofrecieron volver con una beca. “Había sido mi sueño; regresaba donde me siento cómoda. No sé si es el azul del cielo, el calor, pero aquí soy dichosa”.

En Providencia, Georgina tiene una colmena en el techo. “Se alimentan en el vecindario y en el San Cristóbal”.

Se quedó definitivamente. Instaló un taller de restauración de porcelana –técnica aprendida en Londres– y además se dedicó a escribir y pintar, lo que sigue haciendo hasta hoy.

–No me siento gran dibujante; me inspiro en otras culturas, en miniaturas indias, en los trípticos rusos.

Cuando el terremoto de 2010 botó su casa de veraneo en el pueblo de Vichuquén se miraron con Arturo –su jardinero y mano derecha– sin saber qué hacer. “Le dije: ‘¿Qué te parecen las abejas?’ Me miró con cara de ‘está loca’, pero entró a aprender el oficio y yo lo fui siguiendo”.

“Todos soñaban con fecundarme”, dice la abeja reina de sus zánganos.

Así empezó la historia. Un año fue una colmena, al siguiente se sumaron otras. Hoy en Vichuquén produce una miel deliciosa, y en Santiago, tanto ella como sus tres hijas tienen colmenas en el techo de sus casas. Es una cruzada de protección que ve a nivel mundial. “En Londres, arriba de las grandes tiendas, de Harrods, hay colmenas. También en Nueva York, y en París están en todas partes, aunque leí que tienen problemas por la falta de flores. Mis abejas se alimentan con las del vecindario y del San Cristóbal”.

Con el mismo entusiasmo apícola avanzó su literatura.

–Este libro lo escribí desde la mirada de la reina de una colmena. Ella soy yo; hay mucho de mí en el sentido de que tiene todos los intereses, pero no muy profundos, salta de un tema a otro.

Las abejas silvestres, el abejorro rojo y la Apis mellifera son los principales polinizadores.

Mientras escribía, Georgina voló a Eslovenia, curiosa por una exposición asociada a “Save the bees”, que vio en internet. Visitó el Museo de la Abeja, en Radovljica, un pueblito medieval. “En esa zona le dan muchísima importancia a sus abejas y su miel; durante sus guerras, incluso, los apicultores seguían cultivando”. Con emoción desbordante decidió copiar la idea y hacer un “museo chiquitito” en Vichuquén. Entre tanto, el libro que le habían aconsejado enviar como proyecto al Fondart se adjudicó los fondos. “Eso cambió todo. Mi responsabilidad se agrandó, empecé a trabajar full. Compré una casa para el museo, que está sobre la plaza, y Max Núñez, mi yerno, que es arquitecto, la arregló. Ya se empezó a formar el equipo, se está armando el relato y la museografía”.

El libro avanzó con asesoría de expertos: Víctor Hugo Monzón, en abejas silvestres –de las que en Chile hay 400 tipos y son las que polinizan flores endémicas– y Luisa Ruiz, entomóloga. Ellos ayudaron a que una serie de datos absolutamente científicos aparezcan con certeza en una historia de la vida real, que tiene drama, violencia, nobleza.

–Yo me crié con los libros de Beatrix Potter, la tengo en el ADN. A los ingleses les encanta transformar a sus personajes en personas… y a través de ellos cuentan cosas, entregan valores.

Por el relato de la reina se sabe que una abeja necesita visitar más de un millón de flores para lograr un kilo de miel. Que una reina llega a poner más de dos mil huevos al día y que tiene cinco ojos. Que, llegado el momento, una abeja reina deberá ser reemplazada por su propia hija, quien le dará una muerte digna atravesándola con su lanceta.

–La escritura me cuesta tanto que digo que no soy escritora, pero sí, lo soy. Y también dibujante, porque no es necesario hacer dibujos botánicos como la Marianne North (artista victoriana), pero ella inspira.

Al suyo lo define como un libro familiar. “Una amiga holandesa me dijo: ‘Georgina, escribe un libro que yo les pueda leer a mis nietos y pasarlo bien’. Y aquí el adulto puede entretenerse, aprender, pensar y explicar. Y el niño debe concentrarse para seguir la historia y escuchar las explicaciones del adulto…”.

Cómo llegaron las abejas desde Italia, la polinización, la arquitectura de sus colmenas, todo lo aborda el libro.

Cuenta que, después de leerlo, un chico de 12 años comentó todo lo que había aprendido, y no solo de abejas. Supo que Stradivarius barnizaba sus violines con una mezcla de cera y propóleo; que, gracias a estos mismos propóleos, el cadáver de Alejandro Magno pudo recorrer todo su reino antes de ser sepultado, para que sus súbditos lo despidieran. O que los faraones llevaban sus abejas en barco por el Nilo para polinizar jardines y huertos a sus orillas. “Sí, hay muchos datos; es que mi mente salta de uno a otro, soy un poco como mariposa, también”, reconoce Georgina.

Diario de una reina está disponible para venta en Libro Verde y en Librería Alapa

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