Huertos y cultivos
Pasaporte a lo natural
En el contexto actual es cuando cobra más sentido la importancia de conectarnos con la tierra y producir, aunque sea una parte de nuestro propio alimento. Un balcón, una terraza o un rincón del jardín es suficiente para crear una huerta, un espacio que además genera bienestar, funciona como terapia y contribuye al medio ambiente.
Texto, Jimena Silva Cubillos.
“Producir nuestro propio alimento es un comportamiento base del ser humano, algo que se ha perdido a lo largo de la historia. Hace 10 mil años éramos cazadores-recolectores, pasábamos de un lugar a otro en función de encontrar alimentos. Hasta que nos dimos cuenta de que podíamos tomar plantas de un lugar y llevarlas a otro, cuidarlas a orillas de un río e implementar sistemas de regadío. La agricultura es la raíz de convertirnos en seres humanos asentados y de formar comunidades. La necesidad primordial del ser humano es el alimento. Entonces, qué pasa en situaciones como la que estamos viviendo hoy, de contingencia, cuando todo se desestabiliza, la vida se desacelera y lo que hacíamos cotidianamente, de un minuto para otro, ya no tiene prioridad…”, plantea Paula Rosales, ingeniera agrónoma, creadora de Agrocultiva (@agrocultiva) y socia fundadora de Fundación por la Permacultura.
–Estamos atravesando por un momento muy duro, donde la naturaleza se está manifestando de manera imponente frente a tantos avisos previos de cuidado y de respeto, enseñándonos la fuerza de la tierra y el rol que tiene cada ser vivo que habita en este planeta. Hoy es el momento propicio para tener una huerta, partir de cero, porque, además, comenzamos un nuevo ciclo, una estación donde predominan los cultivos de hojas que necesitan menos horas de luz solar y resisten mejor las bajas temperaturas –explica Michelle de Rurange, huertera autodidacta, creadora de Chile Huerta.
También en un condominio de departamentos es posible incorporar una huerta, como esta hecha por la paisajista Katherine Heidecker.
¿Pero cómo lograr esto? ¿Cómo construir una huerta en casa? Ambas concuerdan en que lo primero, incluso antes de planificar un diseño, es analizar qué recursos tenemos disponibles. Desde el espacio –un macetero, un balcón, una terraza o un pedazo de jardín– hasta los elementos que se tienen a mano, como cajas de helados, neumáticos en desuso o un colador viejo que podría usarse como contenedor, siempre considerando que el agua pueda drenar. También hay que escoger el sustrato con el que se armará la huerta; idealmente, nutrientes naturales, como compost, humus y/o una rica tierra de hojas. Luego, tendremos que evaluar qué semillas tenemos o dónde podríamos conseguir almácigos. Algunos de los proveedores que preparan pedidos y realizan despachos en tiempo de cuarentena, aunque de manera intermitente, son @siembra_viva, @chakrana_cl, @viveroelpueblito, @lamanoverde_cl, Humus de Chile, @humuscleta, @semilla_austral, @semillasorganicas.cl, @chicureosustentable.
En bancales y cajones altos creó su jardín comestible Mabel Abarca, huertera autodidacta.
Según Paula Rosales, otoño es tiempo para producir diversas especies. Si contamos con maceteros poco profundos (20 cm aprox.), se puede cultivar ajo, berro, kale, rúcula, rabanito, mizunas, lechuga, perejil, puerro, cebollín y espinaca. Especies que requerirán un poco más de profundidad (40 cm aprox.) son brócoli, cebolla, betarraga, nabo, coliflor, zanahoria, arveja, haba y acelga. Otras especies aromáticas, como orégano y menta, se adaptan al espacio que tengan y dan todo el año –dice esta especialista en agricultura urbana (www.agrocultiva.cl).
Los almácigos se pueden realizar en maceteros pequeños o envases de yogur con perforación para el drenaje.
–Al cultivar, la idea es optimizar al máximo el espacio y considerar especies aromáticas, como cilantro, ciboulette y puerros, y algunas flores, como la caléndula, que para mí es infaltable en una cama de cultivos, porque atrae a polinizadores y ayuda a controlar plagas. En un balcón o terraza, siempre recomiendo maceteros individuales con lavanda, romero y menta, que además de aportar olor, actúan como barrera biológica –agrega Michelle de Rurange (@chilehuerta).
Para que la huerta esté en equilibrio, se debe cubrir la superficie con material vegetal, como hojas picadas, paja o aserrín.
Otros aspectos a considerar son, en lo posible, emplazar la huerta con orientación norte, para que las plantas reciban y aprovechen el sol de la mañana, y definir cómo será el riego, pudiendo recurrir a una regadera o implementando un sistema de riego casero.
En la base de los contenedores siempre hay que poner una capa de gravilla para evacuar el agua. Luego, el sustrato y las semillas o almácigos.
–Más que pensar en la cantidad que vamos a cosechar, lo importante es vivir el proceso del aprendizaje que conlleva hacer una huerta. Hablo del sentido profundo que tiene reconectarse con la tierra, aprender a respetar, cuidar y relacionarnos con lo que nos rodea. La tierra siempre tendrá algo que enseñarnos –reflexiona Paula Rosales.